miércoles, 7 de octubre de 2015

A tu merced


Abriste la puerta de repente. Sabía que vendrías y te esperaba. Ya me habías dicho las ganas que tenías de devorarme y me habías dado instrucciones; que te esperara con la puerta abierta, semidesnuda, de rodillas y con una venda en mis ojos. Te escuché venir, confiada de que eras tú pero con el temor de que podría también ser un extraño. No me moví al escuchar tus pasos acercarse pero mi corazón latía con fuerza. ¿Y si no eras realmente tú? ¿Y si me traías a un batallón para hacerme las cosas sucias que me querías hacer tú? Estaba completamente a tu merced.


Sin decir palabra, comenzaste a toquetearme. No podía anticipar tus movimientos, a ciegas sentía tus manos recorrerme entera con violencia. De un tirón me quitaste la ropa que escaseaba en mi cuerpo y dejé escapar un gemido. Mi piel expuesta tiritaba mientras me lamías, mordías y chupabas cada rincón de carne que encontrabas a tu paso. Así de rodillas me tenías, abusando de mí. Soezmente metiste tus dedos en mi boca y la abriste para meter tu miembro duro en mi garganta hasta que me quitaste el aire. Succioné con hambre cada golpe hasta que dejaste salir una maldición. De repente, me levantaste y tiraste a la cama para meter tu boca en mi sexo mojado hasta que estallé una y otra vez en tu cara. Así, de un jalón me pusiste en cuatro y entraste brutalmente en mí, dándomelo todo, tirando de mi cabello con fuerza para hacerme obedecer. Me dejaste para nuevamente meter tu dedo en mi boca para obligarme a abrirla y continuaste tu azote hasta derramar tu ira cremosa y caliente en mis labios. Saboreé cada pulsación y cada gota viscosa y dulce hasta que se calmó la bestia en ti. Antes de que me quitara la venda de los ojos, te fuiste sin decir palabra. ¿Eras realmente tú?

miércoles, 22 de julio de 2015

Cuando comes mi boca

Me comes la boca, vorazmente, como si fuera tu último bocado o el primero. Pruebas mis suspiros que salen cuando jadeante cortas mi respiración con tus besos violentos, totales, implacables, que se devoran mi saliva, mi lengua y mis labios hinchados. Recorres cada recoveco de mis besos, los cuales te devuelvo sin pensar. Tu boca tan suave y mojada cubre la mía, la escarba y explora con devoción mientras plantas tu lengua en mi lengua hambrienta y curiosa. Dejo escapar un quejido cuando masticas mis labios y yo los tuyos, arrancándome convulsiones que nacen desde mi centro ardiente que se incinera más con cada lamida que me das. Acaricias mi boca con la tuya, espetándome tus suspiros en mi aliento mientras absorbes los míos los cuales intentan devolverme mi aire que te has fumado en cada beso. Me aprisionas con tu cuerpo mostrándome la evidencia de tu lascivia para azotarme otra vez en una embestida de gemidos entrecortados en mi boca hasta que desfallezco y me doy por vencida, pero solo por un instante. Cuando sonríes victorioso, me trago tu risa en un ataque violento a tu boca perversa, poseyéndola con altivez. “Me encanta el sabor de tu boca”, me dices con voz ronca mientras me halas con fuerza hacia ti para continuar tu paso huracanado por mi cuerpo. Terminas en mi boca luego de tragarte hasta la última gota de mi pasión pulsante y mojada, mientras me das a probar mi néctar mezclado con tu saliva, los cuales bebo insaciable. “Viviría para besarte”, me dices. “Yo te dejaría”, respondo entre besos. 

Foto: www.freedigitalphotos.net