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Quiero que te
desnudes ante mí, lentamente, mientras clavas tu mirada en mis
ojos que se atragantan de ti, voraces con un hambre enferma, antigua y eterna. Quiero
que te pares ante mí mientras me regocijo en tu presencia con mis
manos y quiero que juegues con cada botón de tu camisa haciéndome enloquecer
con la agonía de la espera de lo que revelará tu desnudez todavía
incipiente. Quiero que te presentes como dios ante su súbdito y me pidas mi
adoración empecinada, doblegándome a tu voluntad, obligándome a cumplir tus
mandatos, exigiéndome a que me doblegue ante tu poder; ese poder que ejerces
sobre mí sin permitir excusas o pretextos. Quiero que te quites lentamente tu
camisa, revelando tu pecho que muestra tu respiración agitada y la conmoción de
tu excitación que intentas suprimir pero que se revela ante mí con
cada centímetro de piel que me muestras. Quiero que no quites tu mirada de mis
ojos y muerdas tus labios mientras me ves fogosa y desesperada cómo me
esculpo el cuerpo por fuera y por dentro ante tu imagen divina que se revela
ante mí tan temido y tan deseado. Quiero verte tocar tu dureza por encima de tu pantalón
que ya no te puede contener, del cual quieres despojarte de un tirón, el
que aprieta tu órgano viril que quiere reventar en un color tornasol y
derramarse en mi cara que te mira enrojecida de una sensualidad voraz que sale
como filos cortantes de mis ojos. Quiero ver cómo se cierra el pequeño espacio
que queda entre tu pantalón y tu erección extrema que continúa
creciendo y cómo comienzas a desabotonarlo para mostrarme tu
providencia omnipotente en mí y tan obscena, gotereando su deseo que lo
hace brillar en su boca que quiere escupirme y vomitarse en mis senos y en mi
nombre de mujer también derramándose a borbotones cumpliendo el designio que le
has impuesto. Quiero que bajes tu cremallera y saques tu astro que como
guerrero en pie de lucha me llevará a la batalla sangrienta en el olimpo del
cual seremos los dos expulsados momentos después. Quiero que te bajes el pantalón
y te quites tu calzón, mostrándote en toda tu gloria alto y largo, levantado
y duro, en atención total para mí; tus tres ojos mirando mi carnosidad
resbalosa y llena del vapor que me causas. Quiero que me ataques con fiereza, destruyendo
mis últimas reservas hasta poseerme con tu altísimo poder, volviendo mi nombre en
el tuyo mientras intento apagar tu fuego infernal con mi caño roto,
ahogándote con mi orgasmo tan desbordado y copioso que te empape entero. Quiero
verte desnudo, sentirte desnudo, y tenerte desnudo dentro de mí, duro
durante la guerra con mi cuerpo y blando cuando la pierdas.
7 comentarios:
Es un gran gusto tener tu visita en mi blog, porque gracias a ella conoci el tuyo.
Espero podamos seguir visitandonos.
La entrada a mi casita virtual es libre.
y siempre seras bienvenida.
REgreso en tu proximo post. :)
Gracias Superchika! Me ha gustado mucho tu habitacion. Alli me tendras de visita para continuar esta tertulia. :-)
LO PRIMERO ES AGRDECERTE LA VISITA,,, Y LO SEGUNDO FELICITARTE POR ESTE BLOG,,, UNA LECTURA EXCITANTE Y MUY SUGERENTE!!!
CON TU PERMISO, PASARÉ MÁS A MENUDO!!! UN SALUDO.
En la guerra del amor se pierde ganando...
Saludos
Y la batalla puede ser dolorosa o feliz como placentera. ;-)
Desnudate!!!
Ciertamente una batalla en que la muerte casi siempre llega con una sonrisa dibujada en las bocas...
Besos
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