Me provoca
tu ser, olor a musgo de un bosque distante y misterioso de densa neblina que me
arropa y me posee como el hechizo encantado de una noche interminable al grito
de mis manos buscando tu piel en mi cuerpo. El recuerdo se escapa en un suspiro
lleno de deseo que se mete en mi boca nuevamente impregnada de la evidencia de
la saliva de la tuya y tu sudor en mi lengua cuando te recorre el cuerpo como
serpiente acechando el alimento que luego tragará por entero hasta saciarse
enferma. Anhelo ese caminar que recorren tus dedos sabios que conocen mis
repartos y los pliegues de mis contornos tan conocidos y tan nuevos para ti
cada vez que el fuego del deseo te
ordena que me traigas a ti sin protestas. Aún siento el gancho poderoso de tu
abrazo que duele de placer y me aprisiona sin necesidad pero con furia para asegurarme
a merced del morbo de tus deseos primitivos de los cuales soy recipiente llena
de gemidos, jadeante y voluntaria. Buscas la evidencia en mí de que quiero y
deseo tu castigo inexorable y encuentras el paso abierto hacia la cumbre de mi
esencia en mis adentros suplicantes de tu abrupta y furiosa entrada. Sin
control se agolpan ahogados y estruendosos alaridos en mi garganta que salen de
mi boca en locura total y desenfrenada. El recuerdo de tu peso en mí pesa sobre
mi alma que estalla a la vez que mi centro, corriéndose demente, inventándote
cada vez que el pulso acentúa las ráfagas de pasión que me consumen desde lo
más alto de mi ser.
Tus
recuerdos me torturan de angustia y placer. Con dolor, risa y llanto te llamo. Me
provoca ser tuya hoy…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario