Me comes la boca,
vorazmente, como si fuera tu último bocado o el primero. Pruebas mis suspiros
que salen cuando jadeante cortas mi respiración con tus besos violentos,
totales, implacables, que se devoran mi saliva, mi lengua y mis labios
hinchados. Recorres cada recoveco de mis besos, los cuales te devuelvo sin
pensar. Tu boca tan suave y mojada cubre la mía, la escarba y explora con devoción
mientras plantas tu lengua en mi lengua hambrienta y curiosa. Dejo escapar un
quejido cuando masticas mis labios y yo los tuyos, arrancándome convulsiones
que nacen desde mi centro ardiente que se incinera más con cada lamida que me
das. Acaricias mi boca con la tuya, espetándome tus suspiros en mi aliento
mientras absorbes los míos los cuales intentan devolverme mi aire que te has
fumado en cada beso. Me aprisionas con tu cuerpo mostrándome la evidencia de tu
lascivia para azotarme otra vez en una embestida de gemidos entrecortados en mi
boca hasta que desfallezco y me doy por vencida, pero solo por un instante. Cuando
sonríes victorioso, me trago tu risa en un ataque violento a tu boca perversa, poseyéndola
con altivez. “Me encanta el sabor de tu boca”, me dices con voz ronca mientras
me halas con fuerza hacia ti para continuar tu paso huracanado por mi cuerpo. Terminas
en mi boca luego de tragarte hasta la última gota de mi pasión pulsante y
mojada, mientras me das a probar mi néctar mezclado con tu saliva, los cuales
bebo insaciable. “Viviría para besarte”, me dices. “Yo te dejaría”, respondo
entre besos.
Foto: www.freedigitalphotos.net