viernes, 18 de enero de 2008

PALPITANDO


Mi carne necesita de tus manos, en reflejo de mi alma que necesita de la tuya, encontrarla y fundirse con ella. Mi cuerpo solo refleja el hambre de mi espíritu por no divagar más y encontrar su lugar con el tuyo. Así, mi piel se estremece sedienta, pidiéndome con su tacto sensible que la recorran tus manos sabias, que no se pierden ni un solo rincón de mi cuerpo al tocarlo firme y fogosamente. Mis senos se elevan buscando tu boca, tu lengua, tus mordidas en mis pezones que sacan gemidos de mi garganta, la cual lleno de tu saliva al arrebatarte miles de besos. Me quiero meter en tu cuerpo, y ante mi incapacidad de hacerlo, el tuyo se mete en el mío, originando el fuego voraz que me quema toda, adentro y afuera. Tu sexo enciende llamaradas en el mío, se mete adentro, muy dentro, golpeando y empujándome hacia la inconciencia y el éxtasis. Me salgo de mí, mojada; enloquezco y enloqueces tú, grito, gruño y muero encima y debajo de ti. Mi sexo pulsa y quiere más…insaciable de amor y de ganas por ti.

martes, 15 de enero de 2008

PARADOJA


Veo su cara cerca y lejos mientras su cuerpo le presta una visita a mis entrañas. La miro, intentando ver su alma a través de los ojos entreabiertos que dejan salir una ráfaga de pasión cuando se exalta el tiempo y se detiene en un gemido que mata al cuerpo, para revivir unos instantes después. La fuerza se apodera de mis brazos y mis manos, y le dejo surcos en la piel en muestra del arrebato que me posee al poseerme él. Me convierto en nada y en todo, en parte del universo y tan lejano de él por unas horas eternas que pasan rápido y se clavan en mi recuerdo, en mi piel y en mi espíritu que vive en fervor intransigente por tenerlo. Abro mis brazos, mis manos, mi boca y mis piernas para recibirlo en mi cuerpo y en mi alma, y se mete muy adentro, donde vive desde hace algún tiempo a tiempo completo. Viene y va, me deja temblando, con la luz oscilando a mi alrededor como relámpago que nunca se apaga e ilumina el cielo oscuro y lo convierte en día. Su sudor se me une y penetra mis poros, se evapora en mi piel seca, se mezcla con mi sangre y fluye por mi cuerpo como el torrente del río que desemboca al mar; mi mar, el mar que emana de mí cuando está dentro de mí, cuando con su boca me recibe, y cuando pensándolo intento recrearlo. Me quedo en él porque con él me voy y con él estoy en mi pensamiento y cuando mi espíritu me deja para irlo a buscar en las noches y los días que paso sin él. Vibra la última fibra de mi existencia sabiéndolo en el mundo, vivo, a tanta distancia de mí, distancia de cuerpo y de su alma alejada que me presta y me la retira dejándome sedienta insaciable y con hambre en mis ojos, mis manos, mi boca, mi vulva y mi alma.

DIOSA


En diosa me convierto, o tal vez surge de mí con la esencia que me roza y me penetra, y deja salir la mía más fuerte. La luz me nace de adentro, se acrecienta y brilla a través de mi piel, despidiendo destellos que dejo en el éter para que iluminen el camino que a oscuras no quiero andar. La mirada a mi alma la hace despertar y viajar a lo más profundo de ella misma, allí donde es más pura y más fuerte; allí donde al convertirse en carne deja de existir para vivir en la verdad de lo efímero, lo innegable y lo palpable. Allí soy diosa, y la diosa que vive en mí despierta al contacto de tus manos que van abriendo mis ojos divinos para ver tu aura brillando sobre mí, uniéndose a la mía, intensificándose con cada latido que sale de mí y se siente a través de mi pecho y mi centro. Afuera ahora vive la diosa, antes durmiente, ahora grande buscando el camino a la eternidad.

lunes, 14 de enero de 2008

LA GLORIA EN SUS MANOS


Por unos instantes la vida se me fue de mi cuerpo. Los minutos pasaron y en sus brazos un aliento nuevo recorrió mi piel y se metió en mi ser, volviéndome a nacer, haciéndome nueva. Por un tiempo que pareció interminable mi corazón se desbocó galopando tras las quimeras de lo conocido y lo desconocido y me transporté en un ascenso rápido al cielo. Con cada caricia me llegué más hondo a mí misma, olvidé el mundo físico y fui una con él, conmigo, con toda la esencia del universo. Por un tiempo morí y murió toda agonía en mí; con cada jadeo que provocaban sus golpes en mi pelvis y su entrada en mí. Por un rato estuve viva. En su sexo fui feliz, por un momento de eternidad.