martes, 15 de enero de 2008

DIOSA


En diosa me convierto, o tal vez surge de mí con la esencia que me roza y me penetra, y deja salir la mía más fuerte. La luz me nace de adentro, se acrecienta y brilla a través de mi piel, despidiendo destellos que dejo en el éter para que iluminen el camino que a oscuras no quiero andar. La mirada a mi alma la hace despertar y viajar a lo más profundo de ella misma, allí donde es más pura y más fuerte; allí donde al convertirse en carne deja de existir para vivir en la verdad de lo efímero, lo innegable y lo palpable. Allí soy diosa, y la diosa que vive en mí despierta al contacto de tus manos que van abriendo mis ojos divinos para ver tu aura brillando sobre mí, uniéndose a la mía, intensificándose con cada latido que sale de mí y se siente a través de mi pecho y mi centro. Afuera ahora vive la diosa, antes durmiente, ahora grande buscando el camino a la eternidad.

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