domingo, 8 de abril de 2012

Rézame


¡Rézame! Arrodíllate ante mí y rézale a mi altar furtivo. Rézame para que te bautice con las aguas del manantial cristalino que me nace desde adentro para bendecirte y ungirte en santidad profanada. Rézame con vehemencia, sin parar hasta que te conceda una vista a mi cielo en gloria. Rézame arrodillado ante mí con frenesí y fanatismo ciego, sin preguntas. Rézame fiel, hazme culto con fervor, con miedo y añorando mi divinidad furiosa. Rézame con fuerza, suplicándome y haciéndome ordenarte lo que quiero, lo que harás, lo que serás bajo mi hechizo y mi dominio. Rézame hasta que logres tu expiación que te conceda con mi calma luego de mi abrupto exabrupto de fuerza y tempestad. Rézame hasta convertirme en éter con tus oraciones, hasta que tu rezo se ahogue en mi voraz tormenta de fuego caliente y mojado. Rézame y haz que tus rezos me entren salpicados con tus lágrimas que en verbos ahogados salen de tu boca pagana. Rézame y confiésame tus pecados inspirados en tus deseos carnales que me has puesto en la piel como adorno despojado de mi divina voluntad. Rézame y arrepiéntete del furor en el que te ha convertido mi deidad encarnada en tus quimeras lascivas en las cuales te poseo el cuerpo débil, languideciendo por mi roce y mi dominio; como mortal condenado a alabarme sin lograr el perdón. Rézame hasta que te releve del suplicio y te permita entrar en mi aposento para convertirme en mortal contigo en las lenguas danzantes de las llamas de este mundo bajo y lleno de tentación y placer. Rézame arrodillado ante mí metido en mi edén dulce y salpícame con tu sangre viril hasta bañarme por dentro y verla correr fuera de mí para unirse contigo una vez más. Rézame hasta que tu verbo encarnado me desafíe y me venza.

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