lunes, 26 de marzo de 2012

Te Espero



Te espero en la habitación, desnuda y a oscuras, haciéndome la que no sé que vendrás pero esperándote boca abajo y con las piernas abiertas para darte la bienvenida a mi
cuerpo. Sé que vendrás, siempre lo haces, cuando menos lo espero. Sólo que
esta vez te espero preparada, lista para tu llegada y tu azote inescrupuloso. Esta
vez, en vez de jugar a que me tomaste por sorpresa, te sorprenderé yo, ya anticipándote excitada y habiendo allanado el camino para que tropieces solo con mis nalgas que te tienden una invitación explícita y callada. Te espero con los senos
pegados al suelo, sintiendo la frialdad del suelo en mis pezones, excitándome con
el roce de la dureza del piso y la anticipación de tus manos, tus dedos, tus
labios, tu lengua y tus dientes en ellos, como sabes que me hace enloquecer
cuando comes de mi pecho con desespero e instinto animal. Te espero con premeditación, porque sé que ya vienes excitado y erecto, por haber pensado en este encuentro por tanto tiempo y haber estado pensando en nuestros cuerpos sudorosos y llenos de lujuria revolcándose con estruendoso frenesí. No sabes que ya te esperaba y pensándote me he rascado este escozor en mi sexo hasta gritar tu nombre una y otra vez, llamándote cada vez que pulso y destilo. No sabes que he recreado cómo tu boca me chupa, me come, me mastica; me lame la boca, mis senos, mi labia por dentro y por fuera. Te espero desbordada para hacerte el camino fácil, para que tus dedos se deslicen sin obstáculos y mi excitación te haga crecer y endurecer aún más. Te espero
jadeante y suplicante, lista para tu entrada triunfal a la cual yo te ayudaré parándotela, mostrándotela, abriéndotela, ofreciéndotela sin inhibiciones, puta como te gusta que sea y que me preste a tus más bajos instintos, feliz y voluntaria. Te espero
como una estatua erótica a la que le rendirás tributo y le mostrarás tu lealtad ciega e irracional; como diosa mítica a la que temes, adoras, ansías y deseas conquistar. Te espero orando, con mis rodillas en el suelo para que veas a dónde llegarán tus oraciones y el cielo en mi cavidad mojada que fulgura en la oscuridad para que la penetres con fuerza, para que rompa el telón de la oscuridad con mis chillidos, gemidos, demandas y maldiciones cada vez que entras y sales de mí desquiciado. Te espero en el suelo, tendida, lista, abierta, viscosa, tensa, pulsante, agonizante, suplicante, como invitación y aceptación a esta complicidad nuestra siniestramente placentera. Te espero.

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